dilluns, 8 de juny del 2009

Ha sido maravillosamente brutal

En su último concierto de la gira española, la banda australiana reunió a unos 63.000 espectadores que abarrotaron Montjuic.

La banda de rock duro australiana AC/DC ha ganado por mayoría absoluta en su último concierto de la gira española de la presentación mundial de su último disco, con unos 63.000 espectadores que han abarrotado el Estadio Olímpico barcelonés. Sólo tres meses después de haber llenado el Palau Sant Jordi, la banda australiana de hard rock ha demostrado que el rock no entiende de abstención cuando se trata de grandes grupos, independientemente de su antigüedad. Sólo hace falta autenticidad, entrega y oficio.


A las 22,00 horas en punto han subido al escenario los hermanos Angus y Malcolm Young (guitarristas), Brian Johnson (vocalista), Cliff Williams (bajo) y Phil Rudd (batería) con los acordes de "Rock'n Roll Train", el primer sencillo de su nuevo trabajo "Black Ice", que llevan meses presentando en sociedad.

Al igual que en la primera fase de la gira española, en marzo, el concierto se ha iniciado con las imágenes de un videoclip animado con los elementos recurrentes del heavy metal: la potencia sonora, unas voluptuosas y lascivas señoritas y una máquina de tren hambrienta de carbón que acaba estrellándose casi sobre el público.

Angus Young, con 54 años bajo su característica gorra, ataviado con su habitual uniforme de colegial, pantalón corto incluido, ha ofrecido sus habituales solos y característicos riffs.

En el Estadio Olímpico, el grupo ha podido desplegar un colosal escenario, mucho más grande que el exhibido en marzo, coronado por una gorra con los cuernos bermellones del grupo, y, sobre todo, más vatios de potencia sonora.

No han faltado los efectos especiales, las grandes pantallas, una pasarela que llegaba hasta casi el centro del pabellón, una muñeca hinchable gigante y una enorme locomotora de decorado.

En las cerca de dos horas que ha durado el concierto, la banda australiana ha ofrecido básicamente sus grandes éxitos, ésos que el público se sabe de memoria y que esta noche coreaba al compás de brazos y piernas, de golpes de melena y aleteo de manos con cuernos.

En medio del repertorio, han incluido cinco de los quince temas que componen su último álbum, como "Rock'n Roll Train", que algunos abnegados seguidores ya han bautizado como el "Highway to Hell" del siglo XXI, "Big Jack", "Black Ice", "War Machine" y "Anything Goes".

En la primera parte de la velada del Olímpico, el quinteto ha interpretado algunos de sus temas más populares como el rotundo "Back in Black", el contundente "Dirty Deeds Done Dirt Cheap", "Thunderstruck" o el bluesero "The Jack".

En el ecuador del concierto, una enorme campana ha descendido de lo alto del escenario, mientras tañían las campanas de "Hells Bells", otro de esos himnos del rock made in Australia perteneciente al mejor disco de su carrera, "Back in Black", al igual que la canción que ha sonado a continuación, "Shoot to Thrill".

En la parte final de la noche, los australianos han atacado algunos de los temas de su último trabajo, entre ellos el contundente "War Machine", una de las joyas del nuevo disco, que exhibe una pesada base rítmica, aquí ilustrada por una proyección en la que un avión deja caer un ejército de esculturales mujeres armadas con guitarras eléctricas .

En la despedida han interpretado temas para la galería como "You Shook Me all night long", la explosiva "TNT" con llamaradas incluidas en el escenario, "Whole Lotta Rosie" y, ya en los bises, el manifiesto 'isidisiano', "Highway to Hell".

El icono del grupo, Angus, ha ofrecido a la entregada audiencia desde su famoso "baile del pato", hasta un solo de guitarra con una sola mano acariciando el mástil de su guitarra, o un 'stripteasè con los acordes de "The Jack", para el final enseñar el trasero de sus calzoncillos con el anagrama del grupo.

"La Vanguardia"